enero 06, 2011

De Bello Gallico (II)





   Manuscrito del siglo XIX (tomado de livius.org)

El relato

Los Comentarios a la guerra de las Galias no son una obra de carácter autobiográfico, ni tampoco unas memorias. Cæsar se presenta como el procónsul capaz de cumplir con su deber, respetuoso con el Senado y la legalidad republicana. Necesitaba demostrar que había actuado en todo momento conforme a la voluntad del Senado. Así, oculto tras la aparente objetividad de un memorándum militar, Cæsar forja su leyenda: su resistencia física, su capacidad para adaptarse a los rigores de la guerra, su camaradería, sus dotes conjugando a la perfección audacia y reflexión, sus habilidades diplomáticas, le permiten, en definitiva, conformar la imagen de un líder carismático e irresistible. ¿Ahora bien, quiere decir esto que la obra de Cæsar es poco menos que un folleto propagandístico, una sarta de falsedades? Algunos autores, así lo creen, pero el magistral estudio de Rambaud sobre los procedimientos de deformación histórica empleados por Cæsar ha puesto las cosas en su sitio: deformar la verdad no es mentir, sino presentar los hechos de una forma ventajosa. Es lo que hacen los abogados y lo que enseña la retórica: la narratio debe operar según el principio de lo verisimilis, presentando los hechos “tal y como han pasado o tal como han podido pasar”. En Roma, la historia no era más que un opus oratorium maxime, en palabras de Cicero. Cæsar ha recurrido a una gran variedad de expedientes que Rambaud recoge: opera una cuidadosa selección de las cuestiones que va a tratar; silencio u omite elementos desfavorables; utiliza técnicas de exageración y de atenuación; recurre a las causas psicológicas y morales para justificar derrotas y fracasos; se muestra especialmente generosos en elogios hacia ciertos adversarios para poner de relieve sus propios éxitos; utiliza las digresiones para dar apariencia de objetividad, so capa de satisfacer la curiosidad de los lectores por lo exótico; manipula la concepción del tiempo y del espacio; deniega ciertas responsabilidades, y se atribuye otras que no le corresponden… Otros procedimientos son más técnicos: el nombre “Cæsar ” se repite constantemente, hasta el punto de hacer de él un deus ex machina; cuando las cosas salen mal, el uso recurrente del pronombre le permite evadir toda responsabilidad; las subordinadas, especialmente las concesivas, sirven, por el contrario, para poner de relieve su constancia y perseverancia; coloca los elementos en las oraciones de tal forma que el lector llegue convencido al final de la frase; las repeticiones hacen que pasen por evidentes afirmaciones no probadas (como la celeritas de Cæsar). Para Martin: “De estas razones largamente explicadas en sus informes periódicos al Senado ha nacido la idea y la base del Bellum Gallicum, compendio justificativo de la acción de Cæsar en el momento en que éste pensaba volver finalmente a las actividades cívicas, a su carrera política.”

Redacción y Publicación


Hay dos líneas de pensamiento contrapuestas en este punto. Por un lado, están los autores que sostienen que la obra ha sido redactada en varias fases, bien al final de cada campaña (Reinach, Étienne), bien en diferentes momentos a lo largo de la guerra (Radin, Carcopino). Por otro lado, los que piensan que Cæsar ha compuesto la totalidad de la obra de una vez (Mommsen, Jullian, Rambaud, Martin, Cizek). Argumentan los segundos que Cæsar pudo adelantar de manera notable este trabajo gracias a su rica documentación. Así, lo único que habría precisado una redacción de última hora serían las partes literarias. En cuanto al momento de la redacción, si se acepta que ésta es única, parece que la fecha más aceptable es el invierno del 52-51 a.C. Según Rambaud, Cæsar ha compuesto la obra en Bibracte, poco antes de bajar a la Cisalpina para preparar su regreso: “Hay que imaginarse a Cæsar en el largo, gris y frío invierno nórdico, en Bibracte, dictando los Comentarios a sus escribas, inclinados sobre la luz amarillenta de las lámparas de aceite, con voz firme y nerviosa, a medida que se le iban pasando los informes que previamente había hecho ajustar a un modelo, ordenados según su plan de conjunto.” La obra habría sido publicada en los primeros meses del año 51. En la guerra que se avecinaba, Cæsar sabía que era muy importante ganarse a la opinión pública, sobre todo a la que tiene influencia, peso político y cultura suficiente para leer y apreciar lo que lee: los senadores, los caballeros, los ciudadanos de las clases censitarias superiores… los que tienen voto, en suma, los boni viri de Cicero. Queda pendiente, por otro lado, la cuestión del libro VIII. Queda claro que Cæsar no tuvo tiempo material de elaborarlo y, aunque recientemente un investigador de la talla de Canfora ha negado enfáticamente que Aulus Hirtius fuese su autor, la mayoría de los estudiosos se inclinan por atribuirle a él su composición. A instancias de su amigo Lucio Cornelius Balbus Maior, Aulus Hirtius ha acometido la redacción de este libro, insertándolo a modo de eslabón entre el séptimo de los dedicados a la guerra de las Galias y el primero del Bellum Civile.

Representación artística de Bribacte, capital del pueblo celta Eduos (tomado de ancient-celts.com)

El género

Es muy posible que Cæsar haya intentado conformar una serie única de commentarii, que llevaría por título general el de C. Iulii Caesaris commentarii rerum gestarum, con un subtítulo Bellum Gallicum para la obra que nos ocupa. La elección del término commentarii es reveladora: nos dice que nuestro autor no ha pretendido, en modo alguno, componer una obra de historiografía, por más que presente no pocos puntos de contacto con ésta. El commentarius, en términos literarios, es una recopilación de material en la que su autor pone de relieve los hechos y acciones más importantes de su vida a fin de ofrecer a eventuales y posteriores historiadores los elementos sobre los cuales se podrán apoyar para componer una obra propiamente histórica. Dicho de otro modo, el autor de commentarii se propone prevenir cualquier interpretación despectiva de su obra aleccionando a los historiadores futuros sobre “su” verdad. Que Cæsar no pretende escribir una obra histórica lo prueban evidencias tales como la ausencia de un prefacio y de una conclusión, la renuncia a proporcionar información retrospectiva que permita contextualizar el relato, la desaparición del autor o la nula presencia de los ornamentos del discurso. Es posible que con el paso del tiempo, conforme avanzaba la redacción, Cæsar se haya vuelto más ambicioso, intentado embellecer su relato, en la medida de lo posible, con estos otros elementos que toma prestados de las obras de historia.

Lengua y estilo

Los Comentarios a la guerra de las Galias fueron reconocidos como obra maestra ya en la Antigüedad. Su estilo es simple, elegante, como corresponde a un autor para el que escribir bien era algo natural: el resultado es un relato preciso, sobrio y claro. El estilo de Cæsar es más demostrativo que dramático: está más interesado en instruir (docere) que en conmover o seducir a los lectores (movere). En general sus preferencias estilísticas se decantan por el aticismo más puro, caracterizado, según Quintiliano, por su concisión, sencillez y elegancia. En busca del purismo, se evitan los arcaísmos, los neologismos, las palabras con connotaciones poéticas, el lenguaje técnico y los términos inusuales. Se trata de utilizar la palabra justa (verbum proprium). No obstante, Cæsar emplea aliteraciones, repeticiones de ciertas palabras, anáforas, gradaciones, incluso una cierta variación léxica a través de los sinónimos. Cæsar hace un uso abundante de los participios, una innovación que le sirve para ganar en concisión a la hora de expresarse. También son frecuentes los ablativos absolutos aportando claridad y precisión al relato. Por categorías, priman los verbos y los sustantivos: lo que importa es atenerse a lo esencial del mensaje. Los adjetivos, menos frecuentes, se emplean sobre todo para expresar ciertos matices particulares, como la reprobación y la admiración. En el nivel de la oración, Cæsar alterna períodos largos para dar explicaciones o reflexionar y los períodos breves para acontecimientos precipitados y acciones rápidas.

Críticas

Tras el segundo año de campaña, muchas de las tribus hostiles habían sido derrotadas y gran parte de la Galia estaba de una u otra forma bajo control romano. Llegado este momento, cualquier amenaza a la provincia, o a la propia Roma, era como mínimo bastante dudosa. El libro también pudo haber pretendido dar una respuesta a los oponentes políticos de Cæsar, quienes cuestionaban la necesidad real de esta guerra tan costosa, en aquella época una de las más caras de la historia romana. Muchas de las razones proporcionadas claramente abusaban de la credulidad de sus lectores. Por ejemplo, sus razones para invadir Britania se resumían en señalar que mientras luchaba en el noroeste de la Galia, mercenarios procedentes de la isla de Gran Bretaña solían ayudar a los ejércitos locales.

Mapa de las calzadas romanas de Britannia (tomada de wikipedia.com)

Influencia 

Uso educativo 
El libro es frecuentemente loado por la claridad y pureza del latín. Tradicionalmente era el primer libro auténtico que los estudiantes de latín debían estudiar, así como la Anábasis de Jenofonte lo era para estudiantes de griego. Ambos eran relatos autobiográficos de aventura militar relatada en tercera persona. El estilo es simple y elegante, esencial y no retórico, seco como una crónica pero con muchos detalles y empleando numerosos recursos estilísticos para promover los intereses políticos de Cæsar.

Edición moderna del Anábasis de Jenofonte (tomada de amigosdequedecosasii.blogspot.com)

Los libros son también valiosos por muchos hechos históricos y geográficos (Gallia est omnis divisa in partes tres...) que se detallan en la obra. Capítulos destacados son aquellos que describen los trajes de los galos (VI, 13), su religión (VI, 17), una comparación entre los galos y los pueblos germanos (VI, 24) y otras notas curiosas, como la falta de interés de los germanos por la agricultura (VI, 22).

Asimismo, Cæsar es considerado por esta obra como el inventor del libro encuadernado, formato que supuso un cambio radical, haciendo que leer fuera considerablemente más cómodo.
 
Astérix
Puesto que Cæsar es uno de los personajes en los álbumes de Astérix y Obélix, René Goscinny incluía chistes para los escolares franceses que tenían los Comentarios como libro de texto. Un ejemplo es que Cæsar habla de sí mismo en tercera persona en estos libros.

Asterix y Obelix versus Cæsar (tomado de asterix.co.nz)
 
Voreno y Pulón
En el Libro V, capítulo 44 de los Comentarios, se menciona a Lucius Vorenus y Titus Pullo, dos centuriones romanos de la Legión XI. La serie de televisión de 2005 Roma da un relato novelado del auge y caída de Cæsar, con Kevin McKidd como Lucius Vorenus y Ray Stevenson como Titus Pullo.

Lucius Vorenus y Titus Pullo en una de las escenas de la serie Roma de HBO (tomada de daniellebrazil.blogspot.com)

tomado y editado de Wikipedia.com

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