septiembre 23, 2008

Cayo Mario (Parte II)

(tomado y editado de Wikipedia.com)

Las legiones formadas por hacendados sufrieron una serie de graves derrotas, debidas, principalmente, a la incapacidad de dirección de los aristócratas romanos, por lo que causaron un gran número de bajas en sus filas. Mario, que necesitaba más tropas, tuvo que recurrir a métodos no convencionales, y posiblemente ni siquiera se dio cuenta de las consecuencias futuras que traerían sus reformas.

Después de las reformas agrarias de los Graco, se había asentado el tradicional reclutamiento romano, que excluía del servicio a aquellos que no tuviesen propiedades suficientes para entrar en el censo de la quinta clase. Parece ser que se redujo el requisito para formar parte de la quinta clase de 11.000 a 3.000 sestercios de propiedad, y que incluso en el año 109 aC los cónsules habían aprobado una suspensión de estas restricciones. En el año 107 aC Mario decidió ignorar la cualificación del censo completamente, y comenzó a reclutar a hombres libres sin ninguna propiedad. A estos hombres se les asignaba una paga (la soldada), mediante la cual pagarían a plazos el equipamiento militar que les aportaba el estado. Desde ese momento los ejércitos romanos pasarían a estar formados en su mayoría por ciudadanos pobres del capiti censi o censo por cabezas, cuyo futuro tras el servicio pasaría a depender principalmente de que su general lograse distribuir tierras a sus veteranos.

Por ello, los soldados comenzaron a tener un gran interés personal en las disputas entre su general y el Senado. Si bien Mario no reparó en dicho potencial, en menos de dos décadas su ex-cuestor, Sila lo acabaría usando contra el Senado y contra el propio Mario. El cambio también supuso el comienzo de la profesionalización del ejército (que terminaría en época del Imperio). Los soldados comenzaron a recibir una paga y su manutención y equipación la proveía el estado.

El hecho de concederle a los más desfavorecidos la posibilidad de alistarse en las legiones romanas le trajo más de un enfrentamiento en el Senado. Estos nuevos legionarios eran analfabetos y por tanto no sabían desenvolverse dentro del campo de batalla igual que los anteriores soldados propietarios. Por este motivo, Mario ideó un símbolo el cual debían seguir todos hasta su último suspiro. Este símbolo era el águila, estandarte que de aquí en adelante sería símbolo de las legiones romanas.

La guerra que Mario había prometido ganar con celeridad duraría aún otros tres años, lo que parece demostrar que Metelo había actuado con honradez y con la única táctica posible, frente a un enemigo astuto y buen conocedor de las guerrillas, en un territorio por completo favorable a los númidas. Mario hubo de imitar la táctica de Metelo, deteniéndose en el asedio de las plazas fuertes, con las que Yugurta contaba para frenar el avance romano. Sometiendo al pillaje y destrucción el territorio enemigo, Mario avanzó, en una lenta marcha hacia el oeste, hasta los confines del reino númida con Mauritania, donde Yugurta, siempre escurridizo, iba siendo acorralado.

La aproximación del frente de lucha al reino de Mauritania indujo finalmente a su rey Bocco, suegro de Yugurta, a romper la neutralidad, que, tanto Metelo como Mario, habían penosamente conseguido, y prestar ayuda a su yerno. Cuando, tras su segundo año de campaña en África, a finales de 106 aC, Mario se retiraba hacia sus cuarteles de invierno en el este, fue atacado y acorralado por las fuerzas conjuntas de los dos monarcas africanos.

Su cuestor en ese momento era Lucio Cornelio Sila, hijo de una familia patricia venida a menos. Si bien Mario no estaba al principio del todo contento por tener que aceptar al inexperto y afeminado Sila para ocupar un puesto de esa responsabilidad, dado que no tenía experiencia militar previa, éste demostró ser un competente y voluntarioso líder militar. Cuando en el año 105 aC se reanudaron los contactos con Bocco, rey de Mauritania y suegro de Yugurta, preocupado por el avance romano, Sila logró deshacer la coalición, apresurando a Bocco a solicitar la paz con los romanos. Tras laboriosas negociaciones, que ocuparon la mayor parte de 105 aC, y en las que Bocco vacilaba en un doble juego con Yugurta y con los romanos, finalmente el cuestor logró convencer al rey mauritano para que atrajera a una trampa a su yerno, que cayó así finalmente en manos de Mario.

No se sabrá nunca con certeza a quién se debe atribuir el final de la guerra. Parece que no sería obra tanto del genio militar de Mario, como de la astucia y las artes diplomáticas de Sila pero, por otra parte, no sería lógico pensar que Sila actuase por su cuenta y riesgo, sino que seguía un plan predefinido por su comandante. Por ello, y dado que Mario era el comandante de Sila, el honor de la captura de Yugurta le pertenecía a él. Si bien eso no importaba en este momento, y ambos personajes salían ganando, más adelante Sila afirmaría que el mérito del fin de la guerra fue en exclusiva suyo. Mientras tanto, Mario era el héroe del momento, y pronto se requerirían sus servicios para otra emergencia. Gracias a sus victorias en Numidia (norte de África) se ganó el apodo de "Zorro de Arpinum", última localidad lacial que consiguió adherirse a Roma.
La llegada de los Cimbrios a la Galia en el año 109 aC, durante la Guerra Cimbria, y la derrota sin paliativos de su compañero consular Marco Junio Silano llevó a un malestar creciente en las tribus célticas conquistadas recientemente en el sur de la Galia. En el año 107 aC, el cónsul Lucio Casio Longino fue derrotado por una tribu local y su oficial superviviente, Cayo Popilio Laenas (hijo del cónsul del mismo nombre del año 132 aC) había salvado lo posible tras el abandono de parte del equipamiento y tras la humillación de pasar bajo el yugo. Al año siguiente, otro cónsul, Quinto Servilio Cepio marchó a la Galia y capturó la ciudad de Tolosa (actual Toulouse), en donde capturó una enorme suma de dinero. Parte de ese dinero desapareció misteriosamente cuando se transportaba a Massilia (actual Marsella). Cepio fue prorrogado en el mando un año más y cuando uno de los cónsules, Cneo Malio Máximo, otro hombre nuevo entró a operar militarmente en el sur de la Galia. Él y el noble Cepio fueron incapaces de cooperar, debido a que Cepio era incapaz de ponerse a las órdenes de un "hombre nuevo", a pesar de que fuese un cónsul, debido a su linaje.
Aparecieron entonces los Cimbrios y los Teutones, (tribus germánicas en plena migración), y la falta de cooperación entre Cepio y Malio, que mantuvieron sus fuerzas separadas y a mucha distancia ayudó a los germanos a rodear a Cepio y destruir el ejército de Malio. Como los romanos luchaban con el río a su espalda, la huida era imposible, y se dice que se contabilizaron 80.000 muertos. Esta gran derrota y la culpa aparente de la nobleza por su arrogancia fue la gota que colmó el vaso. Italia se encontraba a merced de la invasión de las hordas de bárbaros y el descontento popular con la oligarquía llegó a su máximo.

A finales del año 105 aC Mario fue elegido cónsul por segunda vez mientras se encontraba todavía en África. La elección en ausencia o in absentia era ya algo bastante inusual, pero no sólo eso. Algún tiempo después del año 152 aC se promulgó una ley que establecía un lapso de tiempo de 10 años que debería transcurrir para que una misma persona optase a otro consulado, e incluso existe alguna evidencia de que alrededor del año 135 aC hubo una ley que llegó a prohibir los segundos consulados. En este momento habían llegado noticias a Roma del avance de la tribu de los Cimbrios, y para la emergencia se eligió a Mario como cónsul. La ley se repitió, y Mario fue elegido durante cinco años consecutivos (104 - 100 aC) en un hecho sin precedentes en la historia de Roma. Volvió a Roma aproximadamente el 1 de enero del año 104 aC, para celebrar su triunfo sobre Yugurta, que fue llevado en procesión y ejecutado al final de la misma.

Los Cimbrios, por otro lado, marcharon hacia Hispania, y los Teutones se dirigieron al norte de la Galia, dejando a Mario tiempo para preparar su ejército. Uno de sus legados en ese momento fue su antiguo cuestor, Lucio Cornelio Sila, lo que demuestra que por entonces no existía ningún conflicto entre ellos.

Mario fue reelegido para cónsul para el año 103 aC, aunque pudo haber continuado operando en el cargo de Procónsul. Parece ser que su posición como cónsul haría su nombramiento como comandante completamente indiscutible y evitaría problemas con los cónsules que habrían surgido de haber sido simplemente procónsul (un rango inferior). Mario parece que pudo conseguir todo lo que deseaba, y que esto lo logró gracias al apoyo del pueblo, que elegían a sus colegas consulares en función de sus deseos. En el año 103 aC los Germanos todavía no habían salido de Hispania, y el colega consular de Mario (Lucio Aurelio Orestes) murió, por lo que Mario se vio obligado a volver a Roma para las elecciones, siendo reelegido para el año 102 aC.
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