tomado del Clarín.com
Imagen tomada del sitio oficial del Club Atlético Boca Juniors
Maradona debutó en Boca el 22 de febrero de 1981, justo 30 años atrás. Largó con una goleada y con un enorme impacto.
Por Horacio Pagani
El primer gran impacto lo había provocado Diego con su debut en Argentinos Juniors, al filo de los 16 años, en 1976. Quedó certificado ese día del caño a Juan Domingo Cabrera, de Talleres de Córdoba, que el fútbol argentino iba a alumbrar desde esa figura retacona y esa zurda mágica a una de las estrellas máximas de su historia de maestros venerados.
Desde entonces se fue moldeando, rápidamente, el jugador de estilo diferente, descarado, habilidoso, goleador. Tan rápido que César Menotti lo hizo debutar en un amistoso de la Selección —frente a Hungría— antes de cumplir los 17. Había un regocijo público esperando cada actauación del pibe de rulos de Villa Fiorito.
Y su vida empezó rodar su incomparable novela. Que incluyó una amarga frustración al quedar excluido del plantel del Mundial 78, una alegría juvenil, en Tokio, al año siguiente. y un reconocimiento internacional que crecía. Lo quería Barcelona, ciertamente. Y sonaba para River, también. Argentinos ya no podía retenerlo.
Boca había navegado por las incertidumbre en 1980. El presidente Martín Noel y el vice, Domingo Corigliano. Querían dar un golpe de efecto salvador. Y pensaron en la gran contratación. Maradona ya había manifestado su deseos de jugar en Boca, ya proclamada su adhesión de hinchas. Fueron febriles y extensas las negociaciones. Cedió, al fin, Próspero Cónsoli , el presidente de Argentinos. Y se armó un préstamo por un año y medio por dos millones de dólares y la cesión definitiva de cuatro jugadores (Santos, Rotondi, Salinas, Randazzo) y el préstamo de dos (Zanabria y Bordón).
La opción se fijó en 6 millones dólares.
Cifras astronómicas en aquel tiempo. Al fin se firmó el contrato el 19 de febrero. Al día siguiente, el viernes , se hizo la presentación oficial en un amistoso en la Bombonera. Un tiempo para Argentinos y otro para Boca.
Traía una lesión, Diego.
Pero era demasiado grande el operativo como para prestarle atención. Le obsequió la última camiseta de Argentinos a Francis Cornejo, su descubridor en los Cebollitas.
El domingo 22 de febrero de 1981, hace hoy 30 años, se produjo su soñado debut en Boca.
Fue un delirio de más de 55 mil gritos la Bombonera aquella tarde del comienzo del Metropolitano ante Talleres. Otra vez Talleres, como en la primera aparición. Silvio Marzolini , una gloria del club, era el técnico de aquel equipo. Al que prestigiaban las llegadas de Miguel Brindisi, de Osvaldo Escudero y del uruguayo Ariel Krasouski (no estuvo esa tarde). Y permanecían Hugo Gatti y Roberto Mouzo como los destacados.
Talleres tenía algunos campeones mundiales del 78 (Baley, Luis Galván, Valencia) y otros nombres notables. Pero Boca necesitaba la fiesta de la reivindicación y del lanzamiento del idilio de Diego con la gente. Maradona hizo dos goles de penal. El primero y el cuarto de la goleada por 4 a 1. Los dos intermedios los anotó Brindisi quien fue la gran figura de las fechas iniciales mientras Diego buscaba su mejor forma. Al fin, Boca fue campeón.
Logró el título imprescindible tras un mano a mano con el Ferro de Carlos Griguol.
Hace 30 años nació el romance.
Y fueron fieles Maradona y Boca, a pesar de las distancias. Porque las pasiones no se negocian.
Estaba todo listo para el debut oficial de Diego. Curiosamente, también se presentaba para las emisoras argentinas (en Radio El Mundo), el relator uruguayo Víctor Hugo Morales. Pero claro, la Bombonera (la misma cancha en la que debutó en la Selección; contra el mismo rival que debutó en Primera) estaba colmada por el futbolista estrella, no por el periodista. Medio millón de dólares de recaudación, una cancha en la que dos horas antes del comienzo del match no admitía más gente. El también debutante (pero como técnico) Silvio Marzolini mandó estos once que salieron a la cancha a las 17.25: Gatti, Hugo Alves, Acevedo, Mouzo, Córdoba, Trobbiani, Quiróz, Brindisi, Maradona, Escudero y Perotti. Abel Alves entró por Trobbiani a los 10 minutos del complemento.
Diego arrastraba una lesión que lo iba a complicar en la primera parte del certamen, no obstante tuvo unas cuantas apariciones de calidad que hicieron que el estreno fuera más que aceptable. A los 19 minutos, con un tiro penal, marcó su primer gol oficial con la casaca auriazul.
Diego arrastraba una lesión que lo iba a complicar en la primera parte del certamen, no obstante tuvo unas cuantas apariciones de calidad que hicieron que el estreno fuera más que aceptable. A los 19 minutos, con un tiro penal, marcó su primer gol oficial con la casaca auriazul.
Y hubo más. Un pase largo a Miguel Brindisi, su gran socio en aquel campeonato, para que Boca se ponga 2 a 0 a los 33 minutos de juego.
Y cuatro minutos más tarde, una combinación con Miguel para otro gol más.
Casi sobre la hora, otro penal sirvió para que Diego ponga cifras definitivas al marcador: Boca 4-Talleres 1.
Las primeras palabras del 10 como jugador boquense: "Llegué a Boca lesionado y no pude darle a la gente lo que esperaba de mí, enseguida. Me brindé entero, pero ya me di cuenta que todos esperaban más. Y yo también. Por suerte pude convertir los dos goles de penal contra Talleres: el único secreto fue la intuición, ese momento previo al remate que me permite ver hacia dónde va el arquero... Lo cierto es que fue una gran alegría: después de tantas idas y vueltas volvía a lo mío, el fútbol".
A partir de allí, se empezó a escribir la historia de ese equipo que ganó el campeonato con apenas un punto de diferencia sobre Ferro. De las canchas repletas, de la euforia permanente, de los grandes festejos, de los viajes al interior y al exterior (Brasil, para jugar contra Zico en el Maracaná, Costa de Marfil, Guatemala y Malasia entre otros) y de las perlas futboleras, los golazos, re-golazos y recontra re-golazos, de este monstruo del fútbol, que afortunadamente, podremos decirles a nuestros nietos, jugó para nuestro viejo y querido Boca Juniors.
A partir de allí, se empezó a escribir la historia de ese equipo que ganó el campeonato con apenas un punto de diferencia sobre Ferro. De las canchas repletas, de la euforia permanente, de los grandes festejos, de los viajes al interior y al exterior (Brasil, para jugar contra Zico en el Maracaná, Costa de Marfil, Guatemala y Malasia entre otros) y de las perlas futboleras, los golazos, re-golazos y recontra re-golazos, de este monstruo del fútbol, que afortunadamente, podremos decirles a nuestros nietos, jugó para nuestro viejo y querido Boca Juniors.
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